DECISIÓN el Poder que está en tus Manos

¿Por qué a los seres humanos nos resulta tan complejo tomar decisiones? Como decía el francés Pierre Pavesi en 1970 cuando fundó la primera cátedra de Teoría de la Decisión: “Decidir es morir un poco, es matar lo que pudo ser”.

Hay dos disyuntivas: Decir NO o decir SÍ, ¿Cuántas veces resulta una difícil decisión?. Dos palabras tan pequeñas pero tan importantes en nuestra vida, ya que decir ambas implica una responsabilidad y tal vez esa sea la razón por la que se torna tan complicado expresarlas.

Aprender a decir “no” es todo un desafío para el ser humano, el desafío de no sentir  remordimiento, culpa o el sentimiento de ser egoísta.

Es un ejercicio que debemos practicar y nos puede facilitar muchas situaciones, pero también nos enfrenta al sentimiento de la incomodidad, al aceptar realizar actos en contra de nuestra propia voluntad al enfrentarnos a actos que van en contra de nuestras creencias y violentan nuestros propios ideales. 

Al respecto, Paul Huljich, experto en estrés, señala que “cuando no somos fieles a lo que en realidad queremos, creamos una falta de armonía que gradualmente mina el gozo por la vida. Si aprendemos a decir ‘no’ a todo aquello que perjudica nuestro bienestar, experimentaremos un fuerte sentido de satisfacción con la vida y las decisiones que tomamos”.

El mayor desafío  se presenta cuando nos debatimos ante la creencia, de que el decir “no” implica un agravio, una falta de consideración. La realidad es que todo ser humano tiene el derecho a decir: “no”, no me parece, no es cierto, no quiero esto, no lo deseo. Cuántas veces nos hemos encontrado ante la disyuntiva de no querer hacer algo por no sentirnos capaz de hacer tal o cual cosa, por considerar que no es conveniente, etc.  Y terminar diciendo un “sí” por obligación o aceptar ser juzgados por el miedo a la reacción de los demás.  

Es importante hacer un análisis y encontrar la razón de ese miedo, ¿Qué es lo que hay más allá? ¿Baja autoestima? ¿Temor al rechazo? ¿Temor a la censura? Incluso ¿temor a la soledad?

Aprender a decir “no” mas que un desafío debe convertirse en una decisión firme,  aprender a decir “no” es aprender a decidir y hacernos responsables de enfrentarnos a conductas de censura o juicios de terceras personas y también a recibir un no.  

Expresar una decisión y comenzar a decir “no” tal vez ocasione algún malestar a los demás y a nosotros mismos, pero será sólo por unos momentos,  porque los beneficios serán para toda la vida en todos los ámbitos de ésta. Tener un mayor control en las interacciones sociales, comenzar a descubrir con certeza ese potencial de habilidades que se tienen y que por ese temor no han sido descubiertas, como por ejemplo el valor de decir “no”.

Debemos ser conscientes que esto implica el aceptar un “no” de los demás, por lo que la responsabilidad más grande comienza aquí, ya que tendremos que practicar la tolerancia ante la posible frustración y el enfado o el sentirnos defraudados por recibir también un “no”. Lo que se traduce en respeto, el respeto que pedimos y el respeto que estamos obligados a dar, respeto a los diferentes puntos de vista, a los principios y valores personales, y a conocer la sinceridad de los demás y la propia. 

Es un hábito que debemos adquirir; es importante tomarse el tiempo necesario para llegar al pleno convencimiento de que decir “no” está bien, priorizando nuestras necesidades y creencias, reconociendo hasta donde podemos comprometernos, y sobre todo ser firmes en la decisión tomada, y que el “no” sea definitivo, sobre todo tener presente que cuando  le decimos “no” a algo, le decimos “si” a otra cosa. 

Aprender a decir “no” nos permitirá tomar el control de nuestra vida y nos ayudará a enfocar nuestro tiempo hacia las personas y actividades que son verdaderamente importantes. No significa ignorar a los demás y convertirnos en personas egoístas que velan sólo por sus propios intereses. La clave está en encontrar un equilibrio entre dos extremos: el decir siempre que “sí” y el decir siempre que “no”.

Por otro lado decir “si” al igual que decir no, implica una responsabilidad, por tanto decir “si” tampoco resulta una tarea fácil. Decir “si” a todo sin tener en cuenta las consecuencias y la responsabilidad de esta decisión, nos puede llevar a asumir demasiados compromisos, a generar conflictos, que en la mayoría de las veces a quien dañan finalmente es a nosotros mismos.

Se suele reconocer la importancia de aprender a decir NO como forma de establecer límites, de preservar nuestra intimidad y nuestro espacio ante otras personas, de auto respeto y consideración hacia nuestras necesidades. Sin embargo decir “si”, implica estar abiertos, receptivos, romper los muros que construimos alrededor de nuestra libertad y dejar que entre lo nuevo, lo diferente y lo inesperado.

La rigidez de pensamiento que cultivamos, basado en creencias obsoletas que nos generan insatisfacción, no lleva a mantener  formas de ser que tal vez fueron útiles en el pasado. Pero la constante evolución y movimiento del mundo, de la sociedad, de la vida, nos obliga a tener que adaptarnos a esta evolución, y es necesario readaptarse, renovarse y evolucionar. Como dice Daniel Ramos en su libro Nunca es Tarde: “Cuando la realidad se mueve y nosotros permanecemos estáticos, atrincherados en lo que conocemos nuestro mundo cotidiano va quedando limitado y reducido”.

Es importante también aprender a decir “si”, si a las oportunidades,  a salir de lo cotidiano, a vivir nuevas experiencias, a los cambios, al crecimiento personal, a viajar, a reír, a amarnos, a ayudar, a comprender.  Hay un sinfín de razones que nos impiden en muchas ocasiones aprovechar oportunidades y decir “si”, entre ellas La Comodidad.

Cuando  decir “si” implica esfuerzo y sacrificio y dejar algunas comodidades,  esto nos lleva al conformismo, y a permanecer en ese estado que aunque no nos trae nada bueno, no queremos exponernos; y entonces nos enfrentamos ante el temor de perder lo que se tiene por algo desconocido, esa desconfianza de no saber lo que sucederá, sin darnos la oportunidad de descubrir una nueva oportunidad.

El poder de decidir es un regalo de oportunidad  que tenemos los seres humanos.  Desde las elecciones más simples y banales hasta las más complejas e importantes, estas nos definen, nos dan libertad,  y la capacidad de decisión sobre nuestros gustos y estilos, nuestra forma de ser y relacionarnos.

“Usar el poder de decidir te da la capacidad de superar toda excusa para cambiar cualquier parte de tu vida en un instante”. Con esta frase de  Tony Robbins,  autor estadounidense y coach inspiracional, se evidencia la importancia de determinar qué queremos y qué no, en todos los aspectos y áreas de nuestra vida.

 

Ruth Mier Carrillo
Terapeuta Humanista y Coach de Vida

 

Zacatecas, Zacatecas
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