Casa 3 en la Astrología. Asociada con el planeta Mercurio y el signo Géminis, la Casa 3 refleja la entrada a una nueva etapa de nuestra vida. Al llegar a esta etapa, ya tenemos la capacidad de examinar el mundo que nos rodea, interactuar con él y formar ideas y opiniones sobre lo que estamos encontrando.
En términos de desarrollo humano, la Casa 3 corresponde al momento en que comenzamos a gatear y, pronto, a caminar. Crecer y explorar son cualidades que forman parte de nuestros genes. Tan pronto como pudimos levantar la cabeza de la almohada y girar el cuello para ver un poco más, nunca dejamos de fascinarnos con lo desconocido.
Mientras nos sintamos mínimamente seguros (un concepto que puede ser muy diferente entre los padres y sus bebés), nunca dejamos de tratar de entender el mundo, cuestionarlo y explorarlo. El lenguaje se agrega al movimiento. Las primeras palabras, las pequeñas picardías, las muecas, el llanto pidiendo mimos, las formas de llamar la atención. Todos los bebés saben cómo seducir a sus cuidadores. Comunicando sus necesidades y obteniendo lo que quieren (casi siempre).
Al mismo tiempo que tiene lugar todo este desarrollo, inevitablemente llega la sensación de frustración. Cuando queremos recoger un juguete y no podemos o estamos tan exhaustos que no podemos conciliar el sueño.
Casa 3 en la Astrología. Llega el momento de las reglas y los límites. Lo que podemos o no podemos hacer. Acciones y comportamientos que son aplaudidos o que merecen una reprimenda. A través del lenguaje, entramos en el mundo de los símbolos, ideas y conceptos. Ahora podemos predecir las consecuencias de nuestras acciones.
En el fondo de nuestra mente, el sentido de lo abstracto comienza a desarrollarse. El objeto (o la persona) no tiene que estar a la vista para existir. Cuando la madre se va, no significa que no volverá, solo que ha desaparecido de la vista. Pero está justo allí, en otro lugar que no sea al lado de su bebé.